En esta sociedad “tan rápida” en todos los aspectos, se nos está olvidando cada vez mas reflexionar. Y para entender la diversidad y mirar de frente la diversidad humana desde el respeto, y por supuesto también desde la aceptación, hace falta un verdadero ejercicio de reflexión.

¿Con cuantas personas con diversidad funcional compartes momentos de tu vida? ¿Con cuantas vas al cine, de vacaciones o a tomar una cerveza? Seguramente el porcentaje, si es que existe, es bajísimo. Si lo pensamos eso no es porqué las personas con diversidad funcional no quieran ser participes de esos momentos de ocio, sino porque muchas veces, la mayoría, los planteamientos sociales los dejan fuera. No es posible normalizar la diversidad, si no está en nuestras vidas, si se aparta, si se gestiona desde estructuras y modelos “especiales”

Tenemos la obligación de reflexionar como sociedad para darnos cuenta que las capacidades o mejor dicho la falta de capacidades con la que “culpamos” a veces a las personas con diversidad funcional, no es un análisis correcto, que es la sociedad, nuestro entorno, las estructuras sociales, urbanísticas, de trasporte, de ocio o de servicios, las que no están preparadas para incluir a todo el mundo, las que no son “capaces” de hacer y crear acceso a todos y para todo.

Cuando se habla de ocio inclusivo, accesible, etc. muchas veces se hace desde de mentalidades muy restrictivas, no con un pensamiento amplio y absoluto que verdaderamente piense cómo las personas con diversidad funcional puedan acceder a eso que se está ofreciendo. A veces, los espacios y contenidos no son accesibles, por mucho que juguemos a poner una @ en nuestros textos y nuestra mente para supuestamente incluir todo y a todos.

Cuesta mucho hacer entender que la cultura y el ocio forman parte de la vida y son un derecho inherente a la persona, que forma parte de una sociedad. Hay que implementar políticas de acción cultural y de ocio de acuerdo con la Convención, porque estas son cosas que se olvidan.

Las personas con diversidad funcional deben estar en el imaginario de los que crean espectáculos, de los gestionan espacios culturales, de los promueven actividades de ocio… los agentes que participan en el diseño y la creación de actividades culturales, experiencias turísticas, de ocio y de tiempo libre, deberían pararse a analizar el grado de acceso e inclusión que dichas experiencias tienen en la actualidad para las personas con diversidad funcional.

Y deberían hacerlo sin discriminación, sin paternalismos, de igual a igual, porque hay que romper prejuicios y abordar la diversidad con normalidad, desde el análisis, ¿Para quién están pensadas las propuestas culturales en nuestra sociedad? ¿Están pensadas para todos, todo el mundo puede acceder a ellas? ¿Es el ocio una experiencia al alcance de las personas con DF?

¿Y los espacios culturales? ¿un teatro, un concierto, una exposición, son actividades garantes del intercambio social, cultura, humano que se les presupone para todo el mundo por igual? Seguramente si no hemos compartido nunca una de estas actividades con una persona con diversidad funcional no nos habremos percatado que no siempre son acogedores de la diversidad humana, y en muchas ocasiones se erigen como fronteras infranqueables que separan y distancian. ¿Cómo se perpetúa desde los espacios públicos el incumplimiento de la Convención Internacional de Derechos de las Personas con Diversidad Funcional (CDPD)?

El acceso a la cultura, el ocio, el turismo es un derecho universal garantizado por la CDPD. La sociedad, debe reflexionar y valorar cuales son las circunstancias o los elementos estructurales que impiden que las personas con diversidad funcional participen de todas las actividades de ocio y cultura de igual manera.

Invitamos a todos los gestores culturales y personas implicadas en el diseño y creación de actividades de cultura y ocio a reflexionar sobre la diversidad humana, a pensar que el problema no está en la persona, está en la sociedad que no construye para todos, que no estructura para todos, que no crea servicios para todos. Hay que romper definitivamente esa discriminación sistemática hacia la persona que funciona diferente y abordar la diversidad sin prejuicios.

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